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Libros Apocrifos
Blog de arangel
09 de Junio, 2008 · General

Libros Apocrifos (comentario adventista)

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(gr. apókrufos, "oculto"; cuando se lo adjunta algr. biblía, "libros" o "rollos", significa "librosocultos").

Término cuyo uso ha variado con el tiempo y en quienes lousan.  Algunos escritores antiguos loaplicaban a libros de sabiduría esotérica o misteriosa, demasiado complicadospara el hombre común y que sólo podían comprender los iniciados.  De aquí que fueran "librossecretos", escondidos al público en general.  Otros usaban el término en sentido peyorativo:"espurio", "falso", "herético" y"extracanónico"; por ello, fuera de circulación.

También en los círculos eclesiásticos se dieron diversosusos a la palabra (y todavía los hay). Algunos la usan para toda la literatura antigua fuera del canon* de lasSagradas Escrituras.  Los protestantesgeneralmente la emplean para indicar los libros que fueron incluidos en copiasde la LXX y la Vulgata Latina, pero que fueron excluidos del canon hebreo delas Escrituras.  En este artículo usamos"apócrifos" de la siguiente manera:

A.

Para designar los 15 documentos que se encuentran en algunosmanuscritos griegos y latinos del AT, pero que no fueron incluidos en el canonde las Escrituras hebreas.

B.

Para designar otros libros espurios, tanto del AT como delNT, unánimemente repudiados como para formar parte del canon bíblico (llámense"apócrifos", "apócrifos [propiamente dichos]","deuterocanónicos"* o "seudoepigráficos"*).

Con respecto a la relación de estos 15 libros con el canondel AT, veamos 3 posiciones entre las iglesias cristianas:

1.La Iglesia Católica Romana reconoce por lo menos 12 de los15 libros (o partes de libros) como "deuterocanónicos", y usan"apócrifos" específicamente para otros libros extracanónicos que losprotestantes llaman "seudoepigráficos"; además, otorga a los 12 unacategoría totalmente canónica.  La 4ªsesión del Concilio de Trento (8 de abril de 1546) decretó que, con excepciónde 1 y 2 Esd. y la Oración de Manasés, los libros apócrifos "íntegramentey en todas sus partes" son "sagrados y canónicos".  Incluso se pronuncia un anatema sobre todoaquel que "a sabiendas y deliberadamente" los rechaza.  Aunque a 1 y 2 Esd. y la Oración de Manasésse les niega canonicidad y autoridad, están incluidos en manuscritos latinos dela Vulgata, y en posteriores ediciones impresas fueron puestos en un apéndicede la Biblia.  Cabe acotar que laIglesia Católica hace de protocanónicos y deuterocanónicos un solo grupo, ycoloca aparte seudoepigráficos y apócrifos (propiamente dichos).

2.La Iglesia Anglicana, la Iglesia Luterana y la IglesiaReformada de Zurich sostienen que estos libros son útiles pero no soncanónicos.  El artículo VI de losfamosos 39 artículos de la Iglesia Anglicana (1562) declara que son leídos"para ejemplo de vida e instrucción de las costumbres", pero la iglesiano los usa para "establecer doctrina alguna".  El reformador suizo Oecolampadio declaró en1530: "No despreciamos a Judit, Tobías, Eclesiástico, Baruc, los 2 últimoslibros de Esdras, los 3 libros de los Macabeos, las adiciones a Daniel; pero noles asignamos autoridad divina como a los otros".

3.La Iglesia Calvinista y otras iglesias reformadas plantearonclaramente su posición en la Confesión de Fe de Westminster (1647): "Loslibros, comúnmente llamados apócrifos, como no son de inspiración divina, noson parte del canon de la Escritura; y por tanto no tienen autoridad en laIglesia de Dios, ni serán de otro modo aprobados o utilizados más que otrosescritos humanos".


El breve estudio de la historia del canon del AntiguoTestamento indica que la colección de libros que llamamos el Antiguo Testamentose realizó en el siglo V AC, con Esdras y Nehemías, los dos grandes líderes deese período de restauración, con toda probabilidad los encabezadores de esa obra.  Se basa esta conclusión en que el AntiguoTestamento no contiene ningún libro posterior. La tradición judía del siglo I AC confirma esta conclusión.

La preparación de la Septuaginta, que comenzó en el sigloIII AC, es una evidencia de que existía un canon del Antiguo Testamento en esetiempo.  Otro testimonio son las citas yreferencias de Jesús Ben Sirá al Antiguo Testamento, a comienzos del siglo IIAC; unos pocos años después, el edicto de Antíoco Epífanes para destruir loslibros sagrados de los judíos; y las declaraciones del nieto de Jesús Ben Sirá,por el año 132 AC, que menciona la triple división de la Biblia hebrea y laexistencia de su traducción griega en su tiempo.

Jesucristo y los apóstoles creyeron definidamente en laautoridad e inspiración de la Biblia hebrea, como se puede ver por numerosostestimonios que comprueban este hecho. La Biblia de ellos tenía la misma división triple y probablemente elmismo orden de los libros de la Biblia hebrea actual.  Además, centenares de citas tomadas de por lo menos 30 libros delAntiguo Testamento muestran la elevada estima en que eran tenidos esos escritospor el fundador de la fe cristiana y sus seguidores inmediatos.

La historia del canon del Antiguo Testamento en la iglesiacristiana, después de la era apostólica, se centraliza en la cuestión deaceptar o rechazar los libros judíos apócrifos.  Aunque esos libros fueron rechazados por los apóstoles y losescritores cristianos hasta mediados del siglo II, y fuera de duda por los  judíos mismos, a pesar de ello esos escritosespurios recibieron la bienvenida en la iglesia cristiana hacia el fin delsiglo II. Desde allí en adelante nunca fueron proscritos por la IglesiaCatólica.  Los reformadores tornaron unaposición firme en el rechazo de los apócrifos, pero después de su muerte esoslibros fueron aceptados una vez más en algunas iglesias protestantes, aunquefinalmente fueron rechazados por la mayoría de ellas en el siglo XIX.

Más serio es el concepto de los modernistas en cuanto alAntiguo Testamento.  No creen en lainspiración de los libros del Antiguo Testamento ni en su origen remoto.  Este proceso de secularización -que colocael Antiguo Testamento en el mismo nivel de otras producciones literariasantiguas- es más pernicioso para la iglesia cristiana que la indiferenciaanterior hacia los apócrifos, puesto que destruye la fe del creyente 49 en elorigen divino de aquellos libros de la Biblia de los cuales dijo Cristo"dan testimonio de mí" (Juan 5: 39).

Por lo tanto, cada creyente cristiano debe estar convencidodel origen divino de estos libros del Antiguo Testamento por cuyo medio losapóstoles cristianos probaron la validez de su fe y doctrinas. Que  esos libros hayan sobrevivido a variascatástrofes nacionales de la nación judía en la antigüedad y a los insidiososataques de oscuras fuerzas, dentro y fuera de la iglesia cristiana, es unasólida prueba de que esos escritos han recibido la protección divina. 50

Una definición autorizada

San Jerónimo (347-420) definió cuál debería haber sido laposición de la iglesia cristiana frente a estos libros. El enseñaba:"Evite ella [la iglesia] todos los escritos apócrifos, y si es inducida aleer los tales no por la verdad de las doctrinas que contienen sino por respetode los milagros contenidos en ellos, comprenda ella que no fueron realmenteescritos por aquellos a quienes se los atribuye; que en ellos se hanintroducido muchos elementos imperfectos y que se requiere infinita discreciónpara buscar oro en medio de la escoria" (Carta CVII a Laeta, párrafo 23,cita traducida de A Select Library of Nicene and Post Nicene Fathers of theChristian Church [Una selecta biblioteca de Padres de la iglesia, nicenos ypostnicenos], 2.a serie, t. VI, p. 194).

Refiriéndose en forma más específica a los libros apócrifosy otras añadiduras, dice, Jerónimo: "El libro de Daniel en hebreo nocontiene el relato de Susana [cap. 13], ni el canto de los tres jóvenes [parteañadida al cap. 3], ni las fábulas de Bel y del dragón [cap. 14]. Debido a quese los encuentra por doquiera, les hemos dado la forma de un apéndice [al librode Daniel] anteponiéndoles una señal . . . para que los no informados nopiensen que hemos eliminado una porción de este volumen" (Prefacio aDaniel, Id., p. 494).

También afirma, Jerónimo: "La iglesia lee Judit, Tobías[o Tobit] y los libros de los Macabeos, pero no los admite en las Escriturascanónicas. De modo que léanse estos dos volúmenes para la edificación de lagente, no para dar autoridad a las doctrinas de la iglesia" (Prefacio aProverbios, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares, Id., p. 492).

Más adelante podremos comprobar cuánta verdad hay en laafirmación de que en los "deuterocanónicos" hay "muchoselementos imperfectos y que se requiere infinita discreción para buscar oro enmedio de la escoria". También se podrá ver por qué los relatos de"Bel" y del "dragón" merecieron ser llamados"fábulas". Es evidente que si bien esos escritos circulaban "pordoquiera", no tenían validez para "dar autoridad a las doctrinas dela iglesia".90

Jerónimo tradujo el AT del hebreo al latín con sumo cuidado:gastó 21 años en este trabajo. Pero no dio importancia a las porcionesapócrifas. Por ejemplo, en el libro de Tobías -como lo afirma el mismoJerónimo- sólo empleó un día de trabajo (Prefacio a Tobías).

La erudición, la autoridad y el testimonio de, Jerónimodebieran tener un peso decisivo en este tema, porque no hay otro escritorcristiano más apto a quien podamos acudir durante los siglos IV y V. Cuandotradujo la Vulgata tuvo que informarse totalmente y usar un criterio claro ynetamente bíblico, para separar los escritos dudosos y determinar cuáles podíanaceptarse y cuáles debían ponerse al margen del texto sagrado.

El testimonio de otros antiguos expositores

Además de Jerónimo, se destacan varios autores cristianos delos primeros siglos que se ocuparon en forma desapasionada de este tema.Después de diligentes investigaciones enumeraron los libros que deben aceptarselegítimamente como parte del AT y, por otro lado, rechazaron los apócrifos. Estosexpositores que provinieron de los ambientes más diversos, son: Melitón deSardis (siglo I) y Orígenes de Alejandría (siglo III). Posteriormente, en elsiglo IV, concuerdan con estos dos: Atanasio de Alejandría, Cirilo deJerusalén, Hilario de Poitiers, Epifanio de Salamina, Gregorio Nacianceno deCapadocia, Anfiloquio de Asia Menor y Rufino de Italia. A esta nómina debeañadirse el Concilio de Laodicea, también del siglo IV.

A Melitón de Sardis debemos "la primera lista cristianade las Escrituras hebreas. Ella concuerda con el canon judío y el protestante,y omite los apócrifos" (Philip Schaff, History of the Christian Church[Historia de la iglesia cristiana], [Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1962],t. II, p. 738). Debe notarse que alrededor del año 170 Melitón fue a Judea parainformarse y asegurarse del verdadero número de los libros del AT.

Aquí corresponde destacar la figura de Orígenes (185-254),cuya erudición ha sido siempre reconocida. Además "tenía acceso ainformaciones y a libros que no existen desde hace mucho . . . La lista deOrígenes incluye 39 libros canónicos [del AT], agrupados de modo que sumen 22,con Rut y Lamentaciones unidos con Jueces y Jeremías, respectivamente . . . Acontinuación de la lista añade, y aparte de éstos, están los libros de losMacabeos'. De modo que Orígenes concuerda con el canon judaico precisa yexplícitamente, con la excepción de que declara que el libro de Jeremíasincluye también Lamentaciones y la Epístola de Jeremías" (R. Laird Harris,Inspiration and Canonicity of the Bible [Inspiración y canonicidad de laBiblia], [Grand Rapids: Zondervan, 1971], p. 189). Corresponde aclarar que lallamada "Epístola de Jeremías" forma el cap. 6 de Baruc.

De Orígenes se ha dicho que era "prodigioso" en la"crítica del texto bíblico" (Luis M. de Cádiz, citando al autorfrancés Battifol, en su op. cit., p. 202).

Refiriéndose a esta labor "crítica" del texto dela Biblia, dice un escriturista católico: "Las divergencias de la versiónde los LXX con respecto al texto hebreo y las alteraciones de transmisión,fueron pretexto para polémica entre judíos y cristianos. Orígenes, paraeliminar este inconveniente, compuso una obra colosal de unos cincuentavolúmenes (240-245), donde dispuso por columnas paralelas, palabra por palabrao frase por frase, el texto hebreo, el texto hebreo transcrito en letrasgriegas, las versiones de Aquila, Símaco, los LXX y Teodoción, por eso recibióel nombre de Hexapla ('Biblia en seis columnas') . . . Purificó críticamente laversión de los LXX, de donde se llama a esta forma Recensión origeniana o textohexaplar de los Setenta" (Enciclopedia de la Biblia [Ediciones Garriga],t. II, columna 359). 91

Alejandro Olivar, profesor de Patrología en la Abadía deMontserrat, Barcelona, refiriéndose a Orígenes, ensalza su "base técnicade crítica textual, filológica e histórica". También lo considera como a"uno de los mayores eruditos que han existido" (Id., t. V, columnas689 y 687).

Sería muy amplio el espacio necesario para presentar mástestimonios acerca de la autoridad de Orígenes en el tema que nos ocupa.Podemos no concordar con él en cuanto a todas sus interpretaciones doctrinalesde las Escrituras, pero tenemos que respetar su conocimiento de los documentosbíblicos existentes en su siglo, y en este caso la antigüedad resulta unvalioso argumento en su favor.

Atanasio, en el año 326, después de enumerar los 22 libroscanónicos hebreos, añade: "Además de éstos los otros libros queciertamente no están incluidos en el canon, pero están indicados por los Padrespara que los lean aquellos que son nuevos entre nosotros y que deseaninstrucción". Luego enumera la Sabiduría de Salomón y la Sabiduría deSirac (o Sirácida; otro nombre del Eclesiástico), Éster, Judit, Tobías, laEnseñanza de los Apóstoles (más conocida como Didajé, o Doctrina de los DoceApóstoles), y el Pastor de Hermas (Carta 39.7, The Ante Nicene and Post- NiceneFathers, [Los padres antenicenos y postnicenos], [Grand Rapids, Michigan:Eerdmans], 2.a serie, t. IV, p. 552).

Cirilo de Jerusalén, en 348, después de narrar la leyendaque refiere la supuesta forma en que fue traducida la LXX (Disertacionescatequísticas, IV, 34), continúa: "De éstos [los libros de la Septuaginta,a la cual se está refiriendo] lee los 22 libros, pero no tomes en cuenta losescritos apócrifos . . . Y del Antiguo Testamento, como hemos dicho, estudialos 22 libros" (VI, 35, en The Ante Nicene and Post-Nicene Fathers, 2.aserie, t. VIII, p. 27).

Rufino, en su opúsculo titulado: Comentarios sobre el credode los apóstoles, después de enumerar los libros canónicos en el párrafo 37 deesa obrita, continúa diciendo que "debe saberse que hay también otroslibros que nuestros padres no llaman 'canónicos' sino 'eclesiásticos' ".Enumera a continuación seis de los apócrifos, con excepción del libro de Baruc.También menciona el Pastor de Hermas y Los Dos Caminos (que quizá equivale a laDidajé), que si bien podían leerse en las iglesias, "no se recurría aellos para la confirmación de la doctrina". Añade que además "hayotros escritos que ellos llaman apócrifos [indudablemente, los que en laterminología protestante son conocidos como 'pseudoepigráficos']  que ellos no hacían leer en lasiglesias" (Id., t. 111, p. 558).

Debe saberse que así como no están los apócrifos en laslistas canónicas de estos autores, tampoco está el libro de Éster. Este hechose puede explicar si se tiene en cuenta que Atanasio se refiere a ese librodiciendo que no es canónico, "y comienza con el sueño de Mardoqueo".Esto último demuestra que lo que Atanasio tiene en cuenta es la añadiduragriega que se agregó al texto hebreo. Dicha añadidura está en la categoría delos apócrifos. Siendo así, ¿dónde colocan a Éster los padres de la iglesia quehemos mencionado? W. H. Green responde a esta pregunta en General Introductionto the Old Testament, the Text (Introducción general al Antiguo Testamento, eltexto), (1899), p. 166, con estas palabras: "Éster es un libro canónicoentre los hebreos; y así como Rut se considera [en la antigua catalogaciónhebrea] como un solo libro con Jueces, así también Éster con algún otrolibro" (citado por R. Laird Harris, en op. cit., pág. 190).

Unos cuatro siglos después de Orígenes y unos 170 añosdespués de Jerónimo, Gregorio Magno, papa de 590 a 604, al citar de 1 Macabeos,afirma: "Presentamos un testimonio de libros que aunque no son canónicos,sin embargo son publicados 92 para la edificación de la iglesia" (W. H.Green,  op. cit., p. 176, citado por R.Laird Harris, en  op. cit., p. 192).

Aproximadamente mil años después del papa Gregorio Magno, elcardenal español Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517), erudito y propulsorde la preparación de la Biblia Políglota Complutense, dedicada al papa León X yaprobada por éste, escribió en el prefacio de esa obra que los libros impresosen ella, que no estaban en el canon hebreo -los apócrifos-, sólo se usaban para"edificación". Esto fue escrito poco antes de la Reforma del sigloXVI.

Opiniones representativas sobre los libros apócrifos

Las únicas voces de la antigüedad cristiana en favor deestos libros son las de Agustín de Hipona (356- 430) y las decisiones de losconcilios de Hipona (393) y Cartago (397), que dominó Agustín. Sin embargo,este teólogo y filósofo distinguía entre la canonicidad de los Macabeos alcompararlos con los otros libros de las "Sagradas Escrituras que sonllamados canónicos", y hacía destacar que los libros de los Macabeos noeran reconocidos como divinamente inspirados por los judíos, pero sí por laiglesia, "debido a los violentos y extraordinarios sufrimientos de ciertosmártires" (De Civitate Dei [La ciudad de Dios], xviii, 36, pasaje citadopor R. Laird Harris, en op. cit., pp. 190-191).

Más aún, refiriéndose a libros como el de Judit, Agustínafirma: " 'No se encuentran en el canon que recibió el pueblo de Dios,porque una cosa es poder escribir como hombres con la diligencia dehistoriadores, y otra como profetas con inspiración divina; los primerosconcernían al aumento de conocimientos; los segundos, a autoridad en religión,en cuya autoridad se conserva el canon' " (Id., xviii, 26, pasaje citadopor R. Laird Harris, en op. cit., p. 191).

Por lo tanto, Agustín reconoció la diferencia que hay entrelos libros canónicos y los que no lo son. Aunque no fue tan categórico comoJerónimo, llegó a coincidir con él.

El destacado personaje judío Filón de Alejandría (20 a.C.-50 d. C.), también conocido como Filón Hebreo, en toda su extensa producciónliteraria nunca citó ni mencionó los libros apócrifos como parte de lasSagradas Escrituras. La importancia de este hecho se destaca si se toma encuenta que este Filón (hay varios personajes griegos de esa época con el mismonombre) era un judío helenizado que se esforzaba por armonizar las enseñanzasde Platón, Aristóteles y otros filósofos griegos paganos con las doctrinasreligiosas de la Tora hebrea.

Los israelitas de la actualidad que se ocupan de cuestionesbíblicas han mantenido su posición de conservar el AT sin los libros llamados"deuterocanónicos" por los autores católicos. Por ejemplo, la nuevaversión castellana de origen judío -que, como es obvio, sólo contiene el AT-efectuada por León Dujovne y Manasés y Moisés Konstantynowski, editada en 1961por Editorial Sigal, Corrientes 2854, Buenos Aires, sólo tiene los 39 librosconocidos como "protocanónicos" en el ambiente católico.

En cuanto al Concilio de Hipona, a pesar de haber tenido unaamplia influencia, fue sólo un sínodo local; no fue ecuménico. Además, para lazona del África del 94 norte, donde estaba situada Hipona, "el canon judíoera prácticamente desconocido" (Charles H. H. Wright y Charles Neil, AProtestant Dictionary [Un diccionario protestante], [Detroit: Gale ResearcherCompany, 1972], p. 264).

El de Cartago también fue sólo local; asistieron 44 obispos."Su decreto sobre el canon de las Escrituras no fue confirmado hasta 692por el Concilio Trullano de Constantinopla, cuando fue aceptado por la iglesiaoriental" (Id., p. 150).

Los libros apócrifos y el Nuevo Testamento

Hay escrituristas que procuran demostrar que en el NT hayvarias referencias, o por lo menos alusiones, a estos controvertidos libros.Afirman, por ejemplo, que Efe. 6: 13-17, en donde Pablo mediante una metáforadescribe la armadura del cristiano, es un eco del libro de la Sabiduría, dondeleemos: "El Señor se vestirá de su ira como de una armadura, y se armaráde la creación, para castigar a sus enemigos; se revestirá de justicia como deuna coraza; se pondrá como casco el juicio sincero, tomará su santidad comoescudo impenetrable, afilará como una espada su ira inflexible y el universocombatirá a su lado contra los insensatos. Desde las nubes saldrán certerosrelámpagos y rayos, como de un arco bien templado, y volarán hacia el blanco; ycon furor saldrá el granizo disparado como piedras" (cap. 5: 17-22 ).* Nopodemos saber si el apóstol -consciente o inconscientemente- imitó de algunamanera la comparación atribuida a Salomón; pero sí es evidente que no es unacita ni que tampoco el apóstol se refiere específicamente a ese libro.

En cambio hay numerosas citas y claras referencias a pasajesdel AT que siempre corresponden con los 39 libros que los judíos tenían comodivinamente inspirados. Hay citas de varios de esos 39 libros que, enocasiones, son llamados "las Escrituras", con lo cual se les reconocela jerarquía de la Palabra inspirada por Dios. Por ejemplo, las palabras de Jesús que dicen: "¿Nunca leísteis enlas Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores . . . ?" (Mat.21: 42) son una cita de Sal. 118: 22-23. Cuando Marcos escribe: "Se cumplió la Escritura que dice: Y fuecontado con los inicuos" (Mar. 15: 28), está citando a Isa. 53: 12.* Hayvarios otros casos cuando autores del NT usaron las expresiones "laEscritura" o "las Escrituras" para citar determinado pasaje delAT.  Tales son los pasajes siguientes:

NT                                                           AT

Luc. 4:17-21.................................            Isa61: 1-2

Juan 7: 38......................................            Eze. 47: 1; Zac. 14: 8 *

Juan 13: 18; 17: 12.......................         Sal. 41: 9;

Juan 19: 24....................................            Sal. 22: 18

Juan 19: 28....................................            Sal. 69 :21

Juan 19: 36....................................            Sal. 34: 20

Juan 19: 37....................................            Zac. 12: 10

Hech. 8:32-33............................... Isa.53: 7-8

Rom. 4:3.......................................            Gén.15: 6

Rom. 9:17.....................................            Exo.9: 16

95

Rom. 10:11; 1 Ped. 2: 6 ..............            Isa.28: 16

Rom. 11:2-3..................................            1Rey. 19: 10,14

1 Cor. 15: 3....................................            Isa. 53: 5-12

1 Cor. 15: 4....................................            Sal. 16: 8-10

Gál. 3: 8..........................................            Gén. 12: 3

Gál. 4:30........................................            Gén.21: 10

1 Tim. 5:18....................................            Deut.25: 4

Sant. 2:8........................................            Lev.19: 18

Sant. 2:23......................................            Gén.15: 6

Sant.4:5-6......................................            Prov.3: 24

Hay ocasiones en las que se menciona "el libro de losSalmos" (Luc. 20: 42-43) para citar Sal. 110: 1, "el salmosegundo" (Hech. 13: 33) para citar Sal. 2: 7; "otro salmo"(Hech. 13: 35) para citar Sal. 16: 10; y también "los salmos" (vercom. Luc. 24: 44) para notar una división del AT.

A veces se hace referencia a "Isaías", al"profeta Isaías" o a "la profecía de Isaías" (Mat. 3: 3; 4:14; 8: 17; 12: 17; 13: 14; 15: 7; Mar. 1: 2 [este último versículo tienetambién una referencia a Malaquías]; 7: 6; Luc. 3: 4; 4: 17; Juan 1: 23; 12:38-39; Hech. 28: 25; Rom. 9: 27, 29; 10: 16, 20; 15: 12). Mateo emplea laexpresión "lo dicho por el Señor por medio del profeta" (Mat. 1: 22),cita de Isa. 7: 14; o "el profeta" (Mat. 2: 5), cita de Miq. 5: 2;(2: 15), cita de Ose. 11: 1; (13: 35), cita de Sal. 78: 2; (27: 35), cita deSal. 22: 18; "los profetas" (Mat. 2: 23), cita de Isa. 11: 1., Juandice "los profetas" (Juan 6: 45), cita de Isa. 54: 13. Lucas escribe"los profetas" (Hech. 7: 42), cita de Amós 5: 25-27; (13: 40), citade Hab. 1: 5; (15: 15), cita de Amós 9: 11-12; también dice "elprofeta" (Hech. 7: 48), cita de Isa. 66: 1-2.

La expresión "la ley" (Mat. 12: 5) es unareferencia a Núm. 28: 9-10; en Luc. 2: 23, esa misma expresión, es una cita deExo. 13: 2, 12; Juan 12: 34 es cita de Sal. 110: 4; Rom. 7: 7 corresponde conExo. 20: 17 y Deut. 5: 21; 1 Cor. 14: 21 con Isa. 28: 11-12; al decir Cristo:"Vuestra ley" (Juan 10: 34), citaba de Sal. 82: 6; y cuando dijo:"Su ley" (Juan 15: 25), citaba de Sal. 35: 19 y 69: 4.

Cuando Jesús afirmó: "Moisés dijo" (Mar. 7: 10),citaba de Exo. 20: 12 y Deut. 5: 16; a continuación, al decir "el quemaldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente" (vers. 10) citabade Exo. 21:17 y Lev. 20:9; luego, refiriéndose a esos pasajes, los llama"palabra de Dios" (Mar. 7: 13).

En otros versículos se menciona a "Moisés" paracitar algún pasaje del Pentateuco o hacer una nítida referencia a él (ver Mat.8: 4; 19: 7; 22: 24; Mar. 1: 44; 7: 10; 10: 4; 12: 19; Luc. 5: 14; 20: 28, 37;Juan 8: 5; Hech. 3: 22; Rom. 9: 15; 10: 5, 19; Heb. 12: 21). En el NT tambiénse emplea la frase "el libro de Moisés" (Mar. 12:26), o "la leyde Moisés" (Luc. 2: 22;      1 Cor.9: 9).

Se nombra a "David" para citar alguna porción delos Salmos en Hech. 2: 25 (Sal. 16: 8-1l); Hech. 4: 25 (Sal. 2: 1-2); Rom. 11:9(Sal. 69: 22-23); Heb. 4: 7 (Sal. 95: 7-8).

Otros escritores del AT son citados un menor número deveces: Jeremías (Mat. 2: 17); se menciona otra vez a, Jeremías en Mat. 27: 9,aunque aquí la cita es de Zac. 11: 12-13; Isaías (Mat. 13: 14); Daniel (Mat.24: 15); Oseas (Rom. 9: 25); Joel (Hech. 2: 16); Jonás (Mat. 12: 39-41; 16: 4;Luc. 11: 29-30); Zacarías (Mat. 21: 4).

La minuciosidad, exactitud y abundancia de esta enumeraciónmuestran cómo se entrelazan mutuamente el NT y el AT mediante repetidas citas yclaras referencias, y sobre todo, cómo se destaca la excelsa jerarquía que losescritores neotestamentarios 96 reconocen en el AT. Debe destacarse estoúltimo, porque puede haber referencias en el NT que no signifiquen que su autorreconociera que la fuente de que se está valiendo haya sido divinamenteinspirada. Por Ejemplo, en Hech. 17: 28 Pablo citó a Epiménides de Creta (sigloVI a. C.), y en ese mismo versículo también citó palabras de Arato de Cilicia(siglo III a.C.), sin que esto signifique que el apóstol hubiera colocado aesos autores paganos como portavoces de la revelación de Dios.

Hay un abismo de diferencia entre las comprobacionesenumeradas en que se citan los libros canónicos y la ausencia en el NT deverdaderas citas de los libros apócrifos. Los autores neotestamentarios noacudían a pasajes de esos libros controvertidos para establecer alguna doctrinao para confirmar referencia histórica.

En Eclesiástico y Sabiduría hay pasajes en que se menciona apersonajes de la historia hebrea o se hace alusión a episodios de ella. Eso nosignifica que estos dos libros puedan situarse en el mismo nivel de los que noson controvertidos. Esto se aclara mediante una comparación con las obras delhistoriador judío Josefo (siglo I d. C.), en las cuales se menciona muchasveces a numerosos patriarcas, profetas, sacerdotes, reyes y otros personajesdel antiguo Israel, así como a sus hechos, sin que esto sea un motivo para quese afirme que Josefo fue un autor cuyas extensas obras puedan formar parte delcanon sagrado.

Es interesante destacar que Josefo empieza su amplia obraAntigüedades Judaicas (libro I, cap. 1) con las mismas palabras con que comenzóMoisés el Génesis. Es evidente que ese historiador se valió de los rollos delAT de sus días o de lo que había atesorado de ellos en su memoria.

También hay varios pasajes en Eclesiástico y Sabiduría queno son otra cosa sino un reflejo del pensamiento bíblico: "En el reino dela muerte nadie puede alabar al Altísimo; sólo los que viven pueden darlegracias; el muerto, como si no existiera, no puede alabarlo" (Eclesiástico17: 27-28). Estas palabras son el eco de Sal. 6: 5; 88: 10-12; 115: 17; 146:3-4; Isa. 38: 18-19, donde se enseña que "en la muerte no hay memoria deti [de Dios]"; que los muertos no alaban a Dios ni hablan "en elsepulcro" de la "misericordia" divina; que han perecido los"pensamientos" de los difuntos. Esta enseñanza del AT también serefleja en Baruc 2: 17-18: "No son, Señor, los que ya están en el reino dela muerte, cuyos cuerpos han quedado sin vida, quienes te honran y celebran tujusticia. Son, Señor, los que están vivos pero afligidos en extremo, los quecaminan encorvados y sin fuerzas, con la mirada debilitada por el hambre,quienes te honran y celebran tu justicia".

No es de extrañarse que en Eclesiástico haya enseñanzas queson paralelas con las del AT. Su autor o mejor dicho, su traductor según laintroducción del libro afirma en ella lo siguiente: "La ley, los profetas ylos demás libros que fueron escritos después, nos han transmitido muchas ygrandes enseñanzas. Por eso hay que felicitar al pueblo de Israel por suinstrucción y sabiduría. Los que leen las Escrituras tienen el deber nosolamente de adquirir ellos mismos muchos conocimientos, sino que deben sercapaces de ayudar, tanto de palabra como por escrito, a quienes no han recibidoesta instrucción. Así lo hizo mi abuelo Jesús. En primer lugar se dedicó delleno a la lectura de la ley y los profetas, y de los demás libros recibidos denuestros antepasados, y alcanzó un conocimiento muy grande de ellos; y luego élmismo se sintió movido a escribir un libro sobre la instrucción y la sabiduría,para que, practicando sus enseñanzas, las personas deseosas de aprender puedanhacer mayores progresos viviendo de acuerdo con la ley . . .

"Al traducirlo he puesto todo el empeño posible . . .para utilidad de aquellos que, residiendo en el extranjero, desean instruirse yestán dispuestos a ordenar sus costumbres 97 y vivir de acuerdo con laley".

Es, pues, claro que el autor de este libro no fue objeto deninguna revelación divina ni se sintió movido por la inspiración celestial.Sólo fue un comentador de "la ley, los profetas y los demás libros"que transmitieron "muchas y grandes enseñanzas" a Israel. Un nietodel autor, "con todo el empeño posible", tradujo la obra de suantepasado, quizá unos 50 años después de que fue escrita, nada más.

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publicado por arangel a las 11:41 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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Nestor Andres Plazas Velasquez

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